¿Cuántas veces en el día te sientes feliz?
Seguramente podrás responder que varias, con lo que se
comprueba que la felicidad no es desconocida para nosotros. Lo interesante es
ver que es lo que ha causado esta felicidad, por que no se trata de estar feliz, sino de ser feliz.
Podemos estar
felices porqué llegó una persona que esperamos, porqué nos obsequiaron algo o
porqué el cielo esta soleado, sin embargo la intención real es ser felices con las cosas como son,
aunque no sucedan como esperamos, pero especialmente con nosotros mismos.

Si aceptamos, conocemos porque no juzgamos y con ello permitimos
que lo que nos rodea o las personas que están cerca, se muestren como son.
Generalmente etiquetamos entre bueno y malo (o entre cualquiera
de los extremos que la mente dual nos impone como negro-blanco, bello-feo,
limpio-sucio, pecado-santo) sin analizar que las personas y las cosas simplemente
son, independientemente si me gustan o no y que no requieren de mi aprobación.
Esta costumbre de juzgar o prejuzgar a las personas y las situaciones o eventos;
viene de ideas preestablecidas o expectativas y deseos frecuentemente impuestos.
Por ejemplo, si observamos a una persona con un auto lujoso y
vestida de manera muy elegante de acuerdo a los patrones sociales occidentales,
casi todos pensaremos que es una persona rica y con ello que es feliz. Por el contrario, si vemos un hombre con pelo largo y con un atuendo como el que suelen vestir los personajes de pandillas en la películas, pensaremos que nos va a asaltar.

Sobre esta base, la felicidad existe pero no fuera sino
dentro de nosotros, y debemos ejercitarla habitualmente para que no la
olvidemos o perdamos. No regalemos nuestra felicidad a los factores externos,
habituemos a nuestra mente a ver las cosas tal cual son, sin exagerar características
negativas ni positivas y esa ecuanimidad no ayudará a ser felices.